Ucrania intensifica ataques con drones sobre infraestructura petrolera en Rusia
En un nuevo episodio de la escalada bélica entre Ucrania y Rusia, drones ucranianos atacaron instalaciones petroleras en territorio ruso durante la madrugada del miércoles. Este ataque forma parte de una estrategia ucraniana cada vez más centrada en debilitar las capacidades energéticas rusas, en un intento de socavar indirectamente su maquinaria de guerra.
Según informes del Ministerio de Defensa ruso y autoridades locales, los drones impactaron en varias refinerías ubicadas en las regiones de Krasnodar y Bélgorod, así como en depósitos de combustible cercanos al Mar Negro. Aunque no hubo reportes inmediatos de víctimas mortales, se registraron incendios significativos y daños materiales en las instalaciones.
El gobernador de la región de Krasnodar, Veniamin Kondratyev, confirmó que un ataque con drones causó un incendio en una refinería del distrito de Seversky, el cual fue controlado después de varias horas por cuerpos de bomberos regionales. En Bélgorod, otra refinería también fue blanco de los drones, aunque técnicos locales señalaron que los sistemas automáticos de emergencia impidieron mayores daños estructurales.
Las autoridades ucranianas no han emitido comentarios oficiales tras los ataques, en línea con su política de ambigüedad respecto a operaciones en suelo ruso. Sin embargo, altos funcionarios en Kiev han justificado anteriormente este tipo de acciones como parte de una defensa legítima ante la invasión rusa iniciada en febrero de 2022.
Este nuevo ataque se suma a una serie de incursiones similares ocurridas en los últimos meses. Desde comienzos de 2024, Ucrania ha intensificado el uso de vehículos no tripulados para atacar objetivos estratégicos dentro de la Federación Rusa, especialmente en áreas relacionadas con la extracción, procesamiento y distribución de hidrocarburos.
Expertos militares y analistas energéticos ven en esta estrategia una forma de aumentar la presión sobre la capacidad económica rusa, mermando su principal fuente de ingresos: la exportación de petróleo y gas. Además, al obligar a Moscú a redirigir recursos hacia la protección de infraestructuras civiles y energéticas, Ucrania espera desviar atención y equipos del frente oriental.
“El ataque a instalaciones energéticas no solo tiene fines simbólicos, sino operacionales”, señala Iryna Zolotarenko, analista en temas de defensa de la Universidad Nacional de Kyiv. “La idea es dificultar el uso de recursos económicos para sostener la campaña militar rusa, mientras se expone la vulnerabilidad de algunas regiones”.
Por su parte, el Kremlin calificó los ataques como una “escalada peligrosa” y acusó a Occidente de respaldar tácitamente estas operaciones al suministrar tecnología militar a Ucrania. En respuesta, Moscú aseguró que reforzará los sistemas de defensa aérea en zonas sensibles del país, especialmente aquellas relacionadas con la producción energética.
Aunque las consecuencias económicas directas de estos ataques aún están por evaluarse, observadores internacionales advierten que podrían impactar no sólo en la capacidad operativa rusa, sino también en los mercados regionales de energía. Rusia es el segundo mayor exportador mundial de petróleo crudo, y cualquier interrupción en su capacidad de producción puede generar fluctuaciones en los precios internacionales.
Mientras tanto, las hostilidades entre Ucrania y Rusia parecen no encontrar una salida negociada, y la guerra se prolonga con estrategias cada vez más complejas y multidimensionales. La ofensiva con drones sobre instalaciones petroleras marca un nuevo capítulo en este conflicto prolongado, ahora también disputado en frentes económicos y logísticos.

