OpenAI presentó esta semana GPT-5, un nuevo modelo que, según la compañía, eleva a ChatGPT a un desempeño de nivel «PhD» en tareas como programación y redacción académica. Sam Altman, cofundador y director ejecutivo de la firma, describió el lanzamiento como el inicio de una nueva era: «Creo que tener algo como GPT-5 sería prácticamente inimaginable en cualquier época anterior de la historia humana», dijo antes de la puesta en marcha oficial.
La empresa ha promocionado GPT-5 como «más inteligente, más rápido y más útil» que sus predecesores, y detalló mejoras en comprensión de contexto, generación de código y producción de textos complejos. OpenAI asegura que el modelo rinde a niveles avanzados en pruebas internas, equivalentes a formación doctoral en ciertas disciplinas, aunque reconoció que los resultados variarán según las tareas y la evaluación externa.
El anuncio ocurre en medio de una intensa competencia entre gigantes tecnológicos por liderar el mercado de chatbot y modelos de lenguaje. Compañías como Google y Microsoft han acelerado sus propios desarrollos, lo que ha intensificado la carrera por presentar sistemas más potentes y con mayor disponibilidad comercial. En la práctica, la diferencia entre avances anunciados y desempeño real suele confirmarse con pruebas independientes y el uso extendido por parte de desarrolladores y empresas.
Expertos en inteligencia artificial consultados por este medio señalan que la etiqueta «nivel PhD» exige matices. Si bien un modelo puede rendir bien en problemáticas específicas —por ejemplo, resolver ejercicios de programación o sintetizar literatura científica—, existen áreas donde los sistemas aún muestran errores, sesgos o generación de información inexacta, conocidos como «alucinaciones». Además, la transparencia sobre los datos usados en el entrenamiento y las pruebas independientes son determinantes para validar las afirmaciones de OpenAI.
En Costa Rica, el anuncio ha generado expectativa en universidades, startups tecnológicas y en el sector público. Investigadores ven oportunidades para aplicaciones en educación, salud y eficiencia administrativa, mientras que desarrolladores independientes esperan poder integrar capacidades avanzadas en productos locales. No obstante, también hay inquietud por los posibles efectos sobre empleos especializados, la necesidad de actualización de la fuerza laboral y el riesgo de depender de servicios extranjeros sin infraestructura regional.
Autoridades regulatorias y organizaciones de la sociedad civil han urgido un diálogo sobre seguridad, ética y gobernanza. La llegada de GPT-5 plantea preguntas sobre acceso equitativo, privacidad de datos y la responsabilidad ante respuestas erróneas en ámbitos sensibles como asesoría legal o médica.
Por ahora, la comunidad científica y empresarial se mantiene a la espera de evaluaciones independientes y pruebas en condiciones reales. Mientras OpenAI impulsa la narrativa de un salto cualitativo, el impacto concreto en la práctica —tanto global como en Costa Rica— dependerá de la transparencia, la regulación y la capacidad local para aprovechar y supervisar estas nuevas herramientas.

