De niño en una finca de Zimbabwe, Nqobani Mlagisi ni siquiera notaba que cocinar carne al fuego era una ceremonia cotidiana. Esa escena, repetida en patios y playas del sur de África, resume la fuerza de la braai: un asado que trasciende la parrilla para convertirse en un idioma compartido. Como periodista tico que ha visto al locho y al casado convertir reuniones en rituales, veo en la braai una versión sudafricana de lo que para nosotros es la reunión familiar con carne a la leña y puro sabor a costa rica.
La palabra braai viene del afrikáans y significa parrilla o asado, pero en la práctica representa algo más profundo: pertenencia. En Sudáfrica, la braai cruza líneas de raza, clase y nación. Es un encuentro donde el fuego, la carne y la charla funcionan como tejidos sociales que mantienen unida a la comunidad. Autores locales y cocineros como Jean Nel han documentado esta pasión en libros que celebran la braai como patrimonio cultural.
Lo interesante para quien viaja es que la braai no es solo técnica culinaria, sino un formato social. Hay cortes, embutidos y salsas distintivas: boerewors, sosaties, y guarniciones como chakalaka o pap often acompañan al asado. Pero más importante que la receta es el contexto: la gente llega, pone su carne en la parrilla, comparte historias y se queda hasta que se enfría el fuego. Ese proceso de reunificar a personas alrededor de una hoguera recuerda a nuestras tardes de playa donde el asado arma conversaciones y la noche se alarga entre amigos, pura vida y música.
Para operadores de turismo y amantes de la gastronomía, entender la braai es una llave para comprender la cultura sudafricana. Los tours que incluyen una experiencia de braai no solo ofrecen sabores locales, sino una clase magistral sobre identidad y comunidad. Aprender a encender el fuego, a cuidar las brasas y a saborear la carne es también aprender a leer una sociedad.
La braai es, en suma, un símbolo de unión nacional y una práctica cotidiana que sigue vigente. En un continente tan diverso como África austral, la parrilla actúa como un lenguaje común, y para cualquier viajero que llega con ganas de conectar, sentarse junto al fuego de una braai será una lección de hospitalidad y memoria. Desde Costa Rica hasta Ciudad del Cabo, la verdad es la misma: la comida compartida nos recuerda que, a la hora de la carne, todos hablamos el mismo idioma.