La transición energética disparó la demanda de níquel, pero la oferta barata y el refinado se concentran en Indonesia (con fuerte inversión china), creando dependencia, riesgos climáticos y tensiones geopolíticas.
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Indonesia concentra cerca de dos tercios de la producción mundial de níquel tras vetar la exportación de mineral y atraer capital chino.
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El precio se ha moderado por exceso de capacidad, pero la huella de carbono de la producción indonesia (basada en carbón) choca con regulaciones climáticas.
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Las baterías LFP (sin níquel) avanzan y podrían moderar la demanda proyectada, aunque el níquel sigue siendo clave en muchas químicas de alto rendimiento.
Por qué el níquel es clave
Metal crítico para baterías, acero inoxidable y componentes estratégicos. Su rol en la electrificación lo volvió un insumo sensible para las cadenas de suministro occidentales.
Indonesia y China mandan
Yakarta prohibió exportar mineral para forzar fundiciones locales y captar miles de millones en inversión. Hoy lidera la oferta y escala en refinado grado batería, con China aportando capital, tecnología y mercado.
Níquel barato… con huella cara
La producción indonesia depende del carbón, elevando emisiones y conflictos socioambientales. Europa y marcas globales exigen trazabilidad y bajas emisiones, lo que tensiona costos y competitividad.
¿Y si el LFP desplaza parte de la demanda?
Las baterías LFP, más baratas y estables, crecen en vehículos eléctricos y almacenamiento. Aun así, las químicas NCM/NCA seguirán requiriendo níquel en segmentos que buscan mayor autonomía y densidad energética.
El dilema para Occidente
Producir localmente es más caro y lento; comprar a Asia implica dependencia y mayor huella de carbono. La estrategia pasa por diversificar orígenes, financiar proyectos de bajo carbono, exigir trazabilidad y reciclar más.