China llama a una regulación global de la inteligencia artificial mientras Estados Unidos impulsa su enfoque independiente
Beijing ha propuesto la creación de una alianza global para establecer normas comunes sobre el desarrollo y uso de la inteligencia artificial (IA), destacando la necesidad de una cooperación internacional ante los riesgos emergentes de esta tecnología. La iniciativa fue presentada durante una conferencia mundial de gobernanza digital celebrada en la provincia china de Zhejiang, en momentos en que Estados Unidos sigue impulsando una estrategia propia para abordar los desafíos relacionados con la IA.
China argumenta que el desarrollo rápido de sistemas de IA avanzados, como los modelos de lenguaje generativo o los algoritmos de predicción, plantea interrogantes éticos, de seguridad y de justicia que deben ser tratados de forma conjunta entre países. Según Pekín, una gobernanza fragmentada podría exacerbar las brechas tecnológicas y generar tensiones internacionales.
La propuesta fue presentada por Zhuang Rongwen, jefe de la Administración del Ciberespacio de China, quien subrayó la necesidad de promover “un marco internacional de normas y estándares técnica y éticamente compatibles”, en particular en áreas como el uso militar de la IA, la moderación de contenidos automatizada y la protección de datos personales. Zhuang sostuvo que China está dispuesta a trabajar con Naciones Unidas y otras entidades multilaterales para avanzar en estos mecanismos regulatorios.
Este anuncio refleja un renovado interés del gobierno chino en posicionarse como actor clave en la gobernanza digital global, en un momento en que también ajusta su regulación interna sobre IA. El país ha implementado nuevas leyes que obligan a supervisar el contenido generado por IA y responsabilizan a las empresas tecnológicas por sus algoritmos. Estas medidas han sido presentadas como un esfuerzo para proteger la seguridad nacional y garantizar que los sistemas de IA se desarrollen de forma “alineada con los valores socialistas”.
Mientras tanto, Estados Unidos parece favorecer un enfoque más descentralizado, basado en la autorregulación del sector privado y orientado a proteger la innovación. Aunque el presidente Joe Biden firmó en octubre una orden ejecutiva que impone algunas obligaciones a los desarrolladores de IA, como la evaluación de riesgos en modelos de frontera, la Casa Blanca ha enfatizado que su objetivo es mantener la competitividad tecnológica estadounidense frente a China.
Washington también ha iniciado conversaciones con aliados como la Unión Europea, Japón y el Reino Unido para coordinar posturas sobre la gobernanza de la IA, pero sin respaldar por ahora una iniciativa verdaderamente global como propone Pekín.
Expertos en política tecnológica señalan que esta divergencia de enfoques podría dificultar la creación de estándares internacionales unificados. Según Samm Sacks, investigadora del Centro para la Seguridad y la Tecnología Emergente (CSET), existe un “vacío regulatorio global” que actores como China quieren llenar con normas alineadas a su visión de control estatal de la tecnología.
La disputa entre los dos gigantes tecnológicos por definir las reglas del juego de la IA añade una nueva dimensión a las tensiones geopolíticas en el ámbito digital. Para muchos países de ingresos medios que dependen de tecnologías extranjeras, la falta de un marco regulador común puede generar incertidumbre y dejar brechas que afecten derechos fundamentales o aumenten la vulnerabilidad digital.
A medida que la inteligencia artificial transforma sectores económicos y sociales a escala global, la urgencia por una gobernanza efectiva crece. Pero alcanzar un consenso internacional requerirá superar profundas diferencias ideológicas y estratégicas entre China, Estados Unidos y otros actores clave del sistema internacional.

