3 decisiones cruciales de Trump que podrían definir el rumbo de la economía mundial

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La posible reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos ha reavivado el debate sobre las implicaciones económicas a nivel global de algunas de sus decisiones más emblemáticas durante su primer mandato. Las políticas adoptadas por Trump entre 2017 y 2021 no solo redefinieron el rumbo de la economía estadounidense, sino que también provocaron efectos colaterales en mercados internacionales, comercios bilaterales y alianzas geopolíticas. A poco más de un año para las siguientes elecciones, el análisis de tres medidas clave adoptadas por el expresidente permite anticipar posibles escenarios para la economía mundial.

Uno de los pilares de la administración Trump fue la política comercial proteccionista, con la imposición de elevadas tarifas a importaciones provenientes de países como China, Canadá, México y la Unión Europea. La guerra comercial con China, iniciada en 2018, marcó un punto de inflexión: Estados Unidos impuso aranceles sobre cientos de miles de millones de dólares en productos chinos, a lo que Pekín respondió con medidas similares. Esta confrontación no solo afectó a las dos economías más grandes del mundo, sino que también desestabilizó cadenas de suministro globales, encareció productos y sembró incertidumbre en los mercados bursátiles.

Además, la decisión de Trump de abandonar tratados multilaterales, como el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) y el Acuerdo de París sobre cambio climático, reflejó su enfoque de priorizar los intereses nacionales por encima del multilateralismo. Estas decisiones provocaron un vacío de poder en foros internacionales y limitaron la capacidad de acción conjunta frente a desafíos como el cambio climático o normas comerciales globales, generando tensiones diplomáticas con aliados tradicionales.

Otra decisión significativa fue la reforma fiscal implementada en 2017, conocida como la Ley de Empleos y Reducción de Impuestos. Esta medida redujo la tasa impositiva corporativa del 35% al 21% y recortó impuestos para individuos de altos ingresos. Aunque en el corto plazo estimuló el crecimiento económico y alentó la repatriación de capitales, también incrementó el déficit fiscal estadounidense a niveles no vistos en años recientes. Esta situación ha sido criticada por economistas que advierten sobre la sostenibilidad fiscal a largo plazo, especialmente en un contexto de aumento de tasas de interés y presiones inflacionarias globales.

El impacto acumulado de estas políticas continúa sintiéndose. A nivel global, la guerra comercial aceleró el proceso de replanteamiento de las cadenas de valor; muchas empresas han buscado diversificar su producción para reducir la dependencia de China. Al mismo tiempo, el aislamiento de Estados Unidos en foros medioambientales ha retrasado acciones globales frente al cambio climático. Internamente, la reforma fiscal contribuyó a una economía estadounidense más favorable para las grandes empresas, pero con una creciente desigualdad en la distribución de la riqueza.

Si Trump regresa a la presidencia, es probable que quiera retomar y profundizar estas políticas, lo cual podría desencadenar una nueva ronda de tensiones comerciales, con repercusiones para la estabilidad económica mundial. Las naciones que dependen del comercio con Estados Unidos deberán evaluar su estrategia, y los mercados financieros podrían experimentar mayor volatilidad ante una política económica más impredecible.

Los próximos meses serán determinantes para definir si el enfoque nacionalista y confrontativo en materia económica volverá al centro del escenario global. Mientras tanto, gobiernos e inversores seguirán evaluando los posibles cambios en la política económica del país más influyente del mundo.

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StayTV Reporter
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