Un estudio muestra que infecciones respiratorias pueden reactivar células cancerosas en estado latente, aumentando el riesgo de que el cáncer reaparezca y se propague.
Un nuevo estudio científico realizado en animales y confirmado con datos de pacientes humanos sugiere que infecciones respiratorias comunes, como la gripe o el COVID-19, pueden reactivar células de cáncer de mama dormidas en los pulmones. Esto podría llevar a que el cáncer reaparezca y se propague rápidamente, incluso años después del tratamiento inicial.
El cáncer de mama es el segundo más común en el mundo, y muchas personas que sobreviven al tratamiento inicial siguen teniendo células cancerosas llamadas células diseminadas en estado de reposo (DCCs). Estas células pueden quedarse inactivas por mucho tiempo sin causar síntomas, pero el nuevo estudio encontró que ciertos virus pueden «despertarlas».
¿Qué encontraron los científicos?
En experimentos con ratones, los investigadores observaron que después de una infección con influenza (gripe) o SARS-CoV-2 (virus del COVID-19), las células cancerosas que estaban dormidas en los pulmones empezaron a multiplicarse en pocos días. En tan solo dos semanas, se habían formado tumores visibles en los pulmones.
Esta activación está relacionada con una sustancia del sistema inmune llamada interleucina-6 (IL-6), que normalmente aumenta durante una infección. Este estudio demuestra que la inflamación causada por virus respiratorios puede alterar el equilibrio del cuerpo y darle espacio al cáncer para crecer de nuevo.
El sistema inmunológico también juega un papel clave
Además del efecto directo en las células del cáncer, el estudio reveló que estas células dormidas afectan el funcionamiento de las defensas del cuerpo. En especial, interfieren con los linfocitos T, un tipo de célula que ayuda a atacar al cáncer. Tras una infección, se vio que ciertos linfocitos, como los CD4+, limitaban la actividad de los CD8+, que normalmente destruyen células tumorales.
Es decir, el cuerpo no solo está ocupado peleando contra el virus, sino que el cáncer aprovecha esa distracción para volver a crecer sin ser atacado.
¿Esto también pasa en humanos? Sí.
Para comprobar si lo que observaron en ratones también sucede en personas, los investigadores analizaron dos bases de datos reales: una del UK Biobank (con datos de sobrevivientes de varios tipos de cáncer) y otra de Flatiron Health, centrada en pacientes con cáncer de mama.
Los resultados fueron preocupantes: las personas que tuvieron COVID-19 mostraron un mayor riesgo de morir por cáncer o desarrollar metástasis en los pulmones, en comparación con quienes no se infectaron. Esto refuerza la idea de que infecciones respiratorias pueden tener efectos a largo plazo sobre el cáncer.
¿Qué significa esto para pacientes y sobrevivientes de cáncer?
El estudio indica que durante o después de una infección viral, especialmente respiratoria, las personas que han tenido cáncer podrían estar en mayor riesgo de recaída o metástasis. Esto no significa que todas las infecciones causarán cáncer, pero sí que el riesgo puede aumentar en ciertos casos.
Además, como la IL-6 parece jugar un papel central en este proceso, los científicos creen que medicamentos que bloquean esta sustancia podrían ser útiles para prevenir que el cáncer se reactive. Ya existen fármacos de este tipo que se usan en enfermedades como la artritis o en algunos casos de COVID-19 grave.
Un llamado a prestar atención al historial de infecciones
Los expertos opinan que estos resultados podrían cambiar la forma en que se hace el seguimiento de pacientes que han superado el cáncer. Tomar en cuenta si la persona ha tenido gripe, COVID-19 u otras infecciones respiratorias podría ayudar a evaluar mejor el riesgo de recaída.
En un mundo donde los virus respiratorios seguirán siendo comunes, este estudio nos recuerda que su impacto va más allá de un simple resfrío. Para quienes han vivido el cáncer, cuidarse de infecciones también es cuidar su salud a largo plazo.