IA desplaza empleos: bootcamps de programación en riesgo

By Ryan
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Los bootcamps de programación, que durante más de una década fueron una puerta rápida al sector tecnológico, enfrentan ahora una crisis que amenaza su modelo de negocio y la promesa de movilidad laboral que ofrecían. La proliferación de herramientas de inteligencia artificial capaces de generar código, automatizar pruebas y documentar proyectos está cambiando la demanda de talento y dejando fuera a los perfiles de entrada para los que estas academias formaban a miles de personas.

En Silicon Valley y en los principales centros de desarrollo del mundo, empresas tecnológicas han comenzado a confiar en modelos de lenguaje y asistentes de programación para tareas repetitivas y generación de código estándar. Esa automatización reduce la necesidad de roles juniors dedicados a actividades de rutina y obliga a las organizaciones a priorizar contrataciones con experiencia en diseño de sistemas, inteligencia artificial, seguridad y supervisión de modelos. Expertos del sector en Costa Rica y el extranjero señalan que el resultado inmediato es un mercado con menos vacantes de iniciación y mayor demanda de competencias híbridas.

Para los bootcamps, que durante años vendieron la capacitación intensiva como una vía rápida hacia empleos en desarrollo de software, la consecuencia ha sido inmediata: disminución de inscripciones y cierre de algunos programas. También hay cambios en los currículos. Muchas academias están incorporando módulos sobre uso de herramientas de IA, prompt engineering, conceptos de modelos de lenguaje, pruebas automatizadas avanzadas y arquitectura de software, buscando formar perfiles que sepan colaborar con estas tecnologías en lugar de competir con ellas.

En Costa Rica, donde la industria de servicios tecnológicos y el nearshoring han generado una demanda constante de talento en desarrollo, el efecto ha sido mixto. Empresas que antes contrataban graduados de bootcamps para tareas de back-end o testing ahora piden conocimientos en automatización, cloud y manejo de modelos. Al mismo tiempo, consultoras y equipos de I+D buscan profesionales capaces de integrar IA en soluciones de negocio, lo que abre oportunidades pero exige una formación más amplia y continua.

La transformación plantea riesgos sociales. Los bootcamps eran una vía accesible para poblaciones que no podían costear carreras largas; si desaparecen sin alternativas, se puede agravar la desigualdad en el acceso a empleos bien remunerados en tecnología. Por eso, actores del sector público, universidades y empresas privadas discuten alianzas para ofrecer programas de reskilling, becas y certificaciones que incluyan tanto fundamentos tradicionales como competencias en IA y ética tecnológica.

A corto plazo, la automatización puede provocar pérdida de empleos de entrada y una reconversión acelerada. A largo plazo, quienes adapten sus propuestas educativas—integrando enseñanza de herramientas de IA, pensamiento crítico, diseño de sistemas y conocimiento de dominio—podrían renovar su relevancia. Para Costa Rica, el desafío será articular políticas y acuerdos entre academia y empresas que protejan la inclusión laboral y preparen a la fuerza de trabajo para un mercado donde la convivencia con la inteligencia artificial ya no es opcional.

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