La colisión entre dos buques militares chinos en aguas disputadas del Mar de China Meridional dejó un barco de la Guardia Costera china con el arco gravemente dañado, pero expertos coinciden en que el incidente pudo haber resultado en consecuencias mucho más graves.
El episodio ocurrió el lunes mientras personal filipino distribuía ayuda a pescadores en las inmediaciones del atolón Scarborough, a unos 140 millas al oeste de la isla de Luzón, según informó el comodoro Jay Tarriela de la Guardia Costera de Filipinas. Imágenes dramáticas difundidas por la guardia costera filipina muestran el momento del impacto y un fragmento grande que falta en la proa de la embarcación afectada.
Las autoridades filipinas señalaron que no hubo víctimas reportadas en el choque, pero el suceso elevó la tensión en una zona ya sensible por las reclamaciones territoriales contrapuestas entre China y Filipinas. El otro buque involucrado fue identificado como un destructor lanzamisiles de la Marina Popular de Liberación, lo que subraya el carácter militar de la interacción.
Analistas regionales describieron el resultado como, en cierto sentido, «afortunado». Explican que varios factores contribuyeron a que el incidente no terminara en una situación mucho más peligrosa: el ángulo del impacto, la velocidad relativa en el momento de la colisión, las características estructurales del casco y las maniobras evasivas realizadas por las tripulaciones. También mencionan que la colisión se produjo en un contexto operativo donde la presencia de embarcaciones civiles y de pesca aumentaba el riesgo de daños colaterales.
Aun así, los expertos advierten que la dimensión militar de los buques implicados convierte cualquier choque en una potencial escalada. «Cuando está involucrado un destructor con capacidades ofensivas y una guardia costera con presencia sostenida en áreas disputadas, los márgenes para un accidente controlado son estrechos», dijo un analista de seguridad marítima que prefirió no ser citado por nombre. Agregó que el incidente podría haberse agravado si la colisión hubiera comprometido sistemas sensibles o si las condiciones meteorológicas hubieran dificultado las maniobras evasivas.
El choque reactiva además preocupaciones más amplias sobre la seguridad en rutas marítimas y la aplicación del derecho internacional en zonas de soberanía en disputa. Filipinas ha venido denunciando repetidos contactos y maniobras de buques chinos en torno a Scarborough Shoal, un enclave clave para la pesca local y frecuentado por embarcaciones filipinas.
Por ahora, la prioridad para Manila y Pekín será gestionar las repercusiones inmediatas: investigar el suceso, evaluar daños y evitar nuevos enfrentamientos en el área. Observadores regionales esperan declaraciones formales y, posiblemente, un llamado conjunto a la calma por parte de actores externos preocupados por la estabilidad en el Mar de China Meridional. Mientras tanto, para los pescadores y las comunidades costeras filipinas la preocupación sigue siendo práctica y cotidiana: garantizar el acceso seguro a sus faenas y la llegada de ayuda en un entorno que vuelve a mostrar su volatilidad.