Nueva Delhi ha detenido temporalmente las negociaciones para adquirir vehículos blindados Stryker, misiles antitanque Javelin y algunos aviones Boeing, en respuesta a un conflicto sobre aranceles que remite a medidas aplicadas durante la administración de Donald Trump, según fuentes oficiales y del sector. La decisión incluye la cancelación del viaje previsto del ministro de Defensa a Washington, un gesto que subraya la tensión entre ambos socios estratégicos.
Las autoridades indias han señalado que los contratos no están rotos de forma definitiva; los funcionarios insisten en que los acuerdos podrían cerrarse si hay claridad sobre la política arancelaria y sobre el marco general de la relación bilateral. Sin embargo, Nueva Delhi pretende obtener garantías antes de avanzar, dado el impacto económico y político de los gravámenes en sectores clave.
El paréntesis en las compras afecta a fabricantes estadounidenses y al aparato diplomático: la supresión momentánea de las conversaciones retrasa entregas y certificaciones, y complica la agenda de defensa. En el plano comercial, la disputa llega en un momento en que India ha buscado diversificar proveedores y fortalecer su industria local de defensa, mientras que Estados Unidos busca consolidar su papel como suministrador de equipamiento militar a terceros países.
Una de las cartas que India estaría dispuesta a jugar para negociar una solución es la reducción de sus compras de petróleo a Rusia. Fuentes consultadas por medios internacionales indican que Nueva Delhi podría ofrecer esa flexibilización como parte de un paquete de compensación o entendimiento con Washington. El cambio en el suministro energético tendría efectos en los mercados internacionales y en los precios del crudo, factores que también se siguen con interés en Centroamérica y en Costa Rica.
Para el público costarricense, el episodio tiene varios aspectos relevantes. Primero, ilustra cómo decisiones tomadas por gobiernos lejanos —como aranceles o sanciones— pueden repercutir en cadenas de suministro y, en última instancia, en precios locales, por ejemplo, en los combustibles. Segundo, confirma el protagonismo de India como actor global dispuesto a usar su poder de compra como herramienta diplomática. Y tercero, pone en evidencia los riesgos para empresas multinacionales como Boeing y firmas de defensa norteamericanas cuando la política comercial se vuelve impredecible.
Expertos en relaciones internacionales consultados señalan que la pausa es, por ahora, una medida de presión calculada. No hay señales de una ruptura permanente, sino de un intento de Nueva Delhi por asegurar términos más favorables y certidumbre sobre los aranceles que afectan a productos y servicios clave. Para Washington, el desafío será equilibrar sanciones o gravámenes con la necesidad de mantener alianzas estratégicas en Asia.
Mientras se desarrollan las negociaciones, fuentes diplomáticas subrayan que la comunicación entre Estados Unidos e India sigue abierta. Costa Rica, país sin fuerzas armadas como referencia contrastante, observa cómo se manejan estas tensiones globales que pueden repercutir en la economía y en el tablero geopolítico mundial.