Pacientes en EE. UU. recortan dosis y renuncian a vacaciones por GLP-1

By Ryan
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Médicos advierten que dejar o rebajar la dosis de medicamentos GLP-1 para ahorrar puede revertir la pérdida de peso y generar riesgos de salud. Ante restricciones crecientes de las aseguradoras en Estados Unidos y costos elevados, muchos pacientes están optando por estirar las dosis o pagar de su bolsillo renunciando a gastos como las vacaciones para mantenerse en tratamientos como Wegovy y Zepbound.

Los fármacos que actúan sobre los receptores GLP-1, formulados como inyecciones semanales, se volvieron en poco tiempo una opción común para el manejo de la obesidad. Sin embargo, las aseguradoras han impuesto límites más estrictos a la cobertura: mayores copagos, requisitos de autorización previa y topes en la duración del tratamiento. Con listas de precios que superan los 1.000 dólares al mes para Wegovy y Zepbound, muchos asegurados enfrentan decisiones difíciles.

Especialistas en obesidad y endocrinología señalan que la evidencia clínica indica que la mayoría de los pacientes mantienen la reducción de peso mientras continúan el tratamiento; al interrumpirlo o reducir la frecuencia de aplicación, la tendencia suele ser recuperar el peso perdido. Además, la práctica de “estirar” las inyecciones —es decir, espaciar las dosis más allá de lo prescrito— puede disminuir la eficacia y provocar fluctuaciones en el apetito y el metabolismo.

Paciente y familiares consultados por medios estadounidenses relatan escenarios de ajuste económico: algunos calculan sacrificar viajes familiares, ahorrar en ocio o destinar parte del salario para costear las inyecciones fuera de la cobertura del seguro. Otros buscan alternativas —programas de asistencia del fabricante, descuentos en farmacias o participación en estudios clínicos—, aunque esas opciones no siempre son sostenibles ni aplicables para todos.

Los defensores del acceso a tratamientos apuntan que la alta demanda y el perfil de eficacia de estos medicamentos han puesto el foco en una discusión más amplia sobre quién debe asumir el costo: las aseguradoras, los pacientes o el sistema de salud pública. Expertos en salud pública advierten además que la limitada cobertura puede exacerbar inequidades, afectando con mayor fuerza a quienes tienen menos recursos y mayores comorbilidades relacionadas con la obesidad.

Por su parte, las compañías de seguros argumentan preocupaciones sobre la sostenibilidad financiera ante la creciente prescripción de terapias costosas y llaman a establecer criterios clínicos más rigurosos para autorizar su uso. La discordancia entre recomendaciones médicas —que en muchos casos sugieren mantenimiento prolongado para conservar beneficios— y las políticas de reembolso generea tensiones que, por ahora, recaen sobre los pacientes.

Mientras continúa el debate sobre regulación, precios y acceso, médicos recomiendan conversar con profesionales de la salud antes de alterar un régimen prescrito. La situación en Estados Unidos subraya un dilema global emergente: la gestión de tratamientos efectivos pero costosos y el impacto económico que obligan a asumir a las personas que buscan controlar su peso y mejorar su salud.

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