‘Nunca fuimos amigos’: vlogger japonés reaviva la masacre de Nankín

By Ryan
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El vlogger japonés Hayato Kato, conocido por sus videos cómicos sobre la vida y los viajes en China, sorprendió el 26 de julio a sus 1,9 millones de seguidores con un mensaje solemne tras ver una película sobre la masacre de Nankín. “Acabo de ver una película sobre la masacre de Nankín”, dijo en el clip, un gesto inusual en alguien cuya imagen pública suele asociarse al humor y la curiosidad cultural.

La matanza, perpetrada por el ejército japonés tras la caída de Nankín a finales de 1937, sigue siendo un punto central de fricción entre China y Japón. Según algunas estimaciones, las ejecuciones y represalias dejaron más de 300.000 muertos y cerca de 20.000 mujeres fueron violadas durante las seis semanas de violencia. Para muchos chinos, el recuerdo de esos hechos es una herida abierta que condiciona la memoria y la política exterior.

El video de Kato fue recibido por una amplia variedad de reacciones en redes sociales: hubo usuarios que elogiaron su sinceridad y su disposición a enfrentar un capítulo doloroso de la historia, mientras otros cuestionaron sus motivos y su conocimiento del tema. En China, especialmente, comentarios agradecieron que una figura japonesa reconociera públicamente el sufrimiento causado, aunque también hubo quienes pidieron que ese reconocimiento se tradujera en un pronunciamiento más explícito contra el negacionismo.

El episodio vuelve a poner sobre la mesa cómo la memoria histórica y el revisionismo afectan las relaciones bilaterales. A lo largo de las últimas décadas, declaraciones oficiales, visitas a santuarios controvertidos y la redacción de libros de texto en Japón han generado escasas certezas y frecuentes reproches. Para muchos analistas, la masacre de Nankín no es solo un episodio pasado, sino un elemento que alimenta narrativas nacionales y justifica posiciones políticas actuales.

En este contexto, la difusión de testimonios y material histórico en plataformas digitales crea un nuevo espacio público para el debate: personas ajenas al ámbito académico, como Kato, pueden llegar a audiencias masivas y contribuir a la concienciación o, en algunos casos, a la polarización. Expertos en memoria histórica señalan que la exposición mediática puede humanizar las tragedias y facilitar el diálogo, pero también advierten sobre la simplificación y el uso instrumental de la historia para fines identitarios.

La reacción internacional y, sobre todo, la reacción bilateral entre China y Japón ante recordatorios de ese pasado dependen en gran medida de factores políticos contemporáneos. Mientras tanto, episodios como el del vlogger sirven para recordar que, pese al tiempo transcurrido, la masacre de Nankín conserva una potencia moral y simbólica capaz de reavivar sentimientos y debates. Para muchos ciudadanos de ambas naciones, la cuestión no es solo lo que ocurrió en 1937, sino cómo se elige recordarlo, enseñarlo y reconciliarlo con el presente.

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