En el corazón de Tokio, Ryugin (龍吟) se presenta como un referente obligado para quien busca la cocina japonesa en su máxima expresión.
Con diez años consecutivos conservando tres estrellas Michelin y la distinción de ser, en 2010, el primer restaurante japonés en integrar la lista World’s 50 Best, Ryugin ofrece una experiencia gastronómica que combina tradición, técnica y una sensibilidad artística pocas veces vista. El chef Seiji Yamamoto, figura central del proyecto, mantiene una filosofía clara: respetar la estacionalidad y el gusto puro de cada ingrediente. Eso significa cero aditivos químicos o saborizantes artificiales, y una compra diaria de productos selectos de mar y tierra de todo Japón. El resultado es un kaiseki u omakase que se siente como una serenata a la temporada, con platos que cambian como las estaciones y que resaltan texturas y sabores naturales.
Desde el primer bocado, la puesta en escena recuerda a una obra de arte. Cada plato es trabajado con precisión: caldos limpios y profundos, piezas de pescado tratadas con respeto, vegetales que conservan su crocancia y carnes que hablan de su origen. La mise en place y la vajilla se integran a la narración culinaria, y la armonía entre sabor y estética hace pensar en una visita a un museo donde el museo es, justamente, la mesa. Para quienes disfrutan del maridaje, la carta de sake y la selección de bebidas japonesas acompañan con cuidado, potenciando la experiencia sin opacar los sabores principales.
Como periodista de lifestyle y viajes, recomiendo considerar Ryugin como una parada imprescindible en Tokio para viajeros gourmets. La experiencia no es económica, y las reservas son esenciales, por lo que conviene planificar con antelación. Además, el servicio, de una disciplina casi ceremonial, hace que la velada sea fluida y memorable. Para los ticos que viajan con espíritu curioso, pura vida, disfruten el contraste entre la calidez humana que uno aprecia en cualquier parte del mundo y la precisión japonesa en la cocina; mae, vale la pena vivirlo al menos una vez.
Ryugin no solo celebra ingredientes: también impulsa una conversación sobre sostenibilidad y trazabilidad, prioridad en la compra diaria que realiza desde distintos rincones de Japón. Si su objetivo es entender qué significa la alta cocina japonesa hoy, y experimentar platos que son al mismo tiempo memoria y futuro, Ryugin en Tokio es una parada que no falla. Reservar, dejarse llevar por el menú degustación y valorar cada bocado con calma es la mejor forma de aprovechar esta cumbre de la cocina japonesa.