En Costa Rica, como en muchas partes del mundo, las papas son parte del diario vivir; se disfrutan en casados, al horno, en puré, pero sobre todo en papas fritas, tan populares en sodas y restaurantes. Sin embargo, un reciente estudio de la Universidad de Harvard llama a observar no solo cuántas papas comemos, sino también cómo las preparamos.
El informe —que siguió a más de 205,000 personas durante 30 años— concluye que consumir papas fritas con frecuencia puede aumentar el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 hasta en un 20%. El doctor Seyed Mohammad Mousavi, autor principal del análisis, plantea que “más que preguntarnos si la papa es buena o mala, el enfoque útil está en la preparación y en las alternativas de acompañamiento”.
Si bien las papas al horno o en puré no mostraron un aumento significativo en el riesgo, consumir papas fritas al menos tres veces por semana sí se asoció con ese 20% más de posibilidad de desarrollar diabetes. La investigación también sugiere que sustituir las papas, incluyendo las fritas, por cereales integrales reduce el riesgo de esta enfermedad en un 4%, y que reemplazarlas específicamente por granos enteros, en vez de arroz blanco o pan blanco, puede bajar el riesgo un 19%.
Esta no es la primera vez que la papa está bajo el microscopio: otro estudio australiano halló que aunque el mayor consumo de papa se asocia a un 9% más de riesgo de diabetes, las papas hervidas parecen ser la excepción y no presentan ese efecto negativo—lo que apoya la idea de que la preparación es clave.
Cabe destacar que la papa también tiene su lado bueno: es fuente de antioxidantes, como flavonoides y carotenoides, que pueden ser beneficiosos para prevenir enfermedades crónicas. Además, su almidón resistente favorece la salud intestinal y el control del azúcar en sangre.
Como recalca el Dr. Walter Willett, coautor del estudio, “el mensaje de salud pública es sencillo y potente: pequeños cambios en la dieta diaria pueden tener un gran impacto en el riesgo de diabetes tipo 2. Limitar las papas, especialmente las fritas, y preferir fuentes de carbohidratos saludables como los granos enteros puede ayudar a reducir este riesgo en la población”.
En síntesis, no se trata de eliminar las papas por completo, sino de moderar el consumo y preferir preparaciones más saludables, como las hervidas, integrándolas en una dieta balanceada y variada—el mismo consejo que ha sostenido por décadas la sabiduría popular costarricense: “todo con medida y buena sazón”.