Estados Unidos intensifica esfuerzos para excluir a proveedores chinos de la cadena de suministro de cables submarinos China, una decisión que complica la balanza política en Centroamérica y el Caribe. La medida, parte de una estrategia de seguridad digital, apunta a reducir la participación de empresas catalogadas como riesgosas para la seguridad nacional en proyectos de conectividad internacional.
Los cables submarinos transportan más del 95% del tráfico mundial de datos y son considerados infraestructura crítica. Washington impulsa que gobiernos y empresas prioricen contratistas “de confianza”, limitando la entrada de compañías chinas mediante restricciones a componentes sensibles e incentivos a proveedores aliados. La presión diplomática se ha intensificado en foros regionales y bilaterales.
Cables submarinos China: impacto en la región
Para Centroamérica y el Caribe, la decisión estadounidense supone un dilema: proveedores chinos ofrecen precios competitivos y plazos de ejecución más cortos, pero optar por ellos podría traer consecuencias geopolíticas, como restricciones en acceso a financiamiento de EE. UU. o sus socios. Funcionarios regionales reconocen que esta situación abre debates internos sobre costos, soberanía y seguridad digital.
La exclusión de cables submarinos China también podría elevar los costos de proyectos de telecomunicaciones al reducir la lista de oferentes y obligar a depender de empresas con capacidad limitada frente a la demanda. Analistas advierten que esto se traducirá en plazos más largos y en la necesidad de marcos regulatorios más estrictos para adjudicar contratos y administrar puntos de aterrizaje.
Costa Rica y cables submarinos China
En Costa Rica, el tema se sigue con atención debido al peso de la conectividad en sectores como outsourcing, comercio electrónico y educación digital. Expertos señalan que una infraestructura más cara podría frenar la expansión de capacidad en el corto plazo. Sin embargo, también reconocen que garantizar seguridad y confiabilidad en las redes es prioritario en un contexto de ciberamenazas crecientes.
La respuesta regional podría dividirse: algunos países apostarán por diversificación de proveedores y mayor control técnico, mientras que otros buscarán incluir a China bajo ciertas salvaguardas. En todos los casos, la exclusión promovida por EE. UU. acelera la discusión sobre soberanía digital y alineamientos estratégicos en el hemisferio.
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Un mapa digital politizado
El resultado de este pulso definirá no solo los costos y plazos de despliegue, sino también la arquitectura de alianzas tecnológicas en América Latina. Los países centroamericanos tendrán que elegir entre acceso rápido y barato o alineamiento estratégico con Washington, una decisión que marcará su rol en un mapa digital cada vez más politizado.