Tras la cumbre entre Trump y Putin en Alaska, fuentes diplomáticas revelan un cambio en la postura del expresidente: ahora respalda ataques ucranianos a energía rusa.
Fuentes revelan que el expresidente estaría dispuesto a apoyar incursiones ucranianas en territorio ruso
Un cambio significativo en la postura de Donald Trump respecto al conflicto en Ucrania ha despertado atención internacional. Tras el fallido encuentro con Vladimir Putin en Alaska, el exmandatario estadounidense habría decidido respaldar los ataques ucranianos contra objetivos energéticos dentro de Rusia, según informaron fuentes diplomáticas cercanas al caso.
Inteligencia compartida y presión para negociar
El giro político viene acompañado de un aumento en la cooperación de inteligencia entre Estados Unidos y Ucrania, que ahora incluiría información sobre infraestructura energética rusa y puntos estratégicos más profundos dentro del territorio enemigo.
Este intercambio busca presionar a Moscú para retomar las negociaciones de paz, paralizadas desde mediados de año. Analistas internacionales señalan que se trata de una estrategia de doble filo: incrementar la presión militar mientras se reactiva el diálogo diplomático.
Cambio de rumbo tras años de cautela
Durante gran parte de la guerra, Washington se había mostrado reticente a permitir ataques directos contra instalaciones rusas, por temor a una escalada mayor. Sin embargo, el nuevo acercamiento de Trump hacia Kiev rompe con esa línea conservadora.
El objetivo, según fuentes del Departamento de Estado, es forzar a Moscú a negociar desde una posición debilitada, afectando su capacidad energética y financiera. En la práctica, este movimiento podría redefinir el papel de Estados Unidos como mediador en el conflicto.
Impacto internacional y riesgos geopolíticos
Expertos advierten que esta nueva política podría incrementar las tensiones globales, especialmente con aliados europeos preocupados por una escalada. Sin embargo, también reconocen que refuerza la alianza Washington–Kiev y envía una señal de compromiso con el fin del conflicto.
Si bien la administración actual no ha confirmado oficialmente estos cambios, el entorno político y militar post-cumbre sugiere un ajuste estratégico profundo en la visión de Trump sobre la guerra en Ucrania.
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